Es uno de los tres proyectos financiados sobre agricultura a nivel mundial y responde a la emergencia por el cambio climático, en un contexto de crisis alimentaria motivada por la guerra de Ucrania y el aumento de los precios.
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha elegido el Departamento de Geografía Física de la Universidad de Sevilla para llevar a cabo un proyecto que analiza el impacto de los factores que provocan estrés en los cultivos de cereales y limitan su producción, una de las tres líneas de trabajo que financia en agricultura en todo el mundo. El proyecto responde a la situación de emergencia mundial por el impacto del cambio climático, emergencia que se ve acrecentada por un contexto de crisis alimentaria, debido a la guerra de Ucrania y el alza de los precios de los alimentos.
“La agencia ha financiado solamente tres proyectos en agricultura, tres líneas de investigación diferentes, una para combatir el hambre en el mundo, una segunda línea para la predicción de cosechas, y una tercera, en la identificación de estresores en el cultivo”, asegura el profesor del Departamento de Geografía Física y Análisis Geográfico Regional de la US, Víctor Rodríguez Galiano. El proyecto, denominado, EO4 Cereal Stress, va contribuir a sentar las bases para el futuro de la monitorización de la agricultura en Europa. El proyecto pone a la Universidad de Sevilla en el punto de mira mundial en investigación agroalimentaria, hecho que se produce además en el momento en el que se ha elegido a Sevilla como sede de la Agencia Espacial Española.
El objetivo es investigar los sistemas alimentarios y en particular la agricultura, para poder predecir variables clave como las plagas, las olas de calor, la sequía o la salinidad que estresan los cultivos y condicionan la producción, mejorando así la resiliencia frente al cambio climático. Para ello, van a aprovechar las facilidades que ofrecen los satélites junto con la observación sobre el terreno. Una vez recabada la información, los agricultores tienen acceso a una plataforma para poder ver la evolución de su parcela, adaptar los tratamientos y prevenir que la producción se vea afectada negativamente.
“Vamos a intentar monitorizar con tecnología hiperespectral, con drones y espectroradiómetros para caracterizar de manera muy precisa el comportamiento del cultivo e incluso utilizar la inteligencia artificial que permita analizar los pigmentos de plantas y asociarlos a la presencia de plagas o modelar el estrés hídrico e identificar el impacto de estresores como la salinidad”, asegura Víctor Rodríguez, profesor de Geografía Física que coordina el proyecto en la US.
Una de las razones por las que la ESA ha elegido a la Universidad de Sevilla es por su equipamiento científico y técnico “singular y muy sofisticado” y del que solo disponen algunas universidades en Europa. De hecho, la US ha creado un laboratorio de teledetección, que usa datos de satélites y de cámaras hiperespectrales. El laboratorio se ubica en el edificio CIU3A, en terrenos del Puerto de Sevilla. El proyecto se lleva a cabo en consorcio con otras universidades europeas de Reino Unido (University of Southampton), Holanda (University of Twente), Austria (University of Natural Resources and Life Sciences), y otra de Canadá (University of Guelph).
El trabajo de campo se lleva a cabo en suelos de la Federación de Arroceros de Sevilla, la principal productora de arroz en España, que cuenta con más de 39.000 hectáreas en cultivo, y consiste en llevar a cabo un estudio pormenorizado de estresores que pueden influir en el desarrollo del arroz.
El departamento va a trabajar con tecnología muy novedosa que va a ser capaz de obtener una cantidad ingente de datos tras el próximo lanzamiento dentro del programa europeo Copernicus del nuevo satélite CHIME, una revolución en cuanto a la tecnología de teledetección porque “pasamos de una decena de canales espectrales donde podemos obtener información de los cultivos, a cientos de ellos. Por tanto, se multiplican las posibilidades de extraer información sobre los cultivos”, explica Rodríguez Galiano.
El trabajo es un proyecto inicial, dotado con 400.000 euros, que de ser exitoso desembocará en una segunda fase mucho más ambiciosa. Por lo pronto, las soluciones que plantee para los agricultores serán de acceso libre y gratuito dentro de tres años.